Uno de cada tres adolescentes, independientemente del género, no lo sabe exponer noticias falsas. Y las niñas tienen menos autoestima que los niños a la hora de autoevaluar sus habilidades de razonamiento crítico.
Los datos en cuestión surgen del Informe «Desinformación en la escuela», elaborado por un equipo de investigadores de la Universidad Vita-Salute San Raffaele de Milán (UniSR) coordinado por el profesor Carlo Martini, asociado en Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Facultad de Ciencias Filosofía universitaria, con el apoyo del proyecto PERITIA (Policy, Expertise and Trust) del Consejo Europeo de Investigación.
Los resultados (aquí PDF) se refieren a la primera fase del estudio, realizada de enero a mayo de 2023, en la que participaron 19 escuelas secundarias y 2.214 estudiantes, hombres y mujeres, de entre 14 y 19 años.
El objetivo: comprender en qué medida los adolescentes son capaces de reconocer información falsa o engañosa distinguiéndola de información fiable y de alta calidad.
A la luz de los datos recopilados, los investigadores iniciaron una segunda fase del proyecto de investigación, con la creación de un Observatorio permanente sobre Desinformación Digital, que entrará en funcionamiento a partir de enero de 2025 y que impartirá cursos de formación para estudiantes de secundaria.
La investigación, centrada en la navegación web a través de teléfonos inteligentes Y redes sociales, se desarrolló en un entorno simulado, creado para parecerse mucho al entorno de información digital en el que niños y niñas navegan en su vida diaria. En este entorno, en el que conviven información científica y desinformación, se pidió a niños y niñas en edad escolar que evaluaran la fiabilidad de los contenidos.
El resultado: aprox. un tercio de ellos cree erróneamente que la información que es realmente fiable no lo es, y esto, según el prof. Martini «sucede porque nos encontramos en un contexto informativo “contaminado” que, notoriamente, no sólo promueve creencias falsas, sino que también enturbia las aguas de información confiable»
Esto puede crear un «escepticismo generalizado, que nos hace cada vez más reacios a confiar en la ciencia en la que se basa nuestra propia sociedad». Por ello, «plantear el problema de la capacidad crítica digital en los adolescentes, que son nuestro futuro, y dotarles de herramientas eficaces que les permitan valorar con precisión las noticias, significa salvaguardar esa relación de confianza que es la base de la ahora inseparable unión entre ciencia y sociedad».